¿PROTECCIÓN DE LA VIDA?
Cuando se pone en la mesa pública un tema como el definir la vida misma, tiene matices y connotaciones diferentes; a un tema posible de definir con diversas perspectivas se contrae un encono de posiciones naturalmente.
En este tema y en la discusión pública es posible encontrar tres grandes terrenos en los que se fundamenta la polémica: el jurídico, el moral y el político. Siendo serios habría que pensar minuciosamente en que terreno y porque plantear el debate sobre el tema; ya que de no hacerlo estaríamos cayendo en la vulgaridad de la discusión baladís y estéril.
Cierto es que lo jurídico no es soberano a lo moral o a lo político y no lo es porque lo jurídico es la parte más acabada de un todo social, en el sentido de que ahí se encuentra el establecimiento de las normas que rigen y son de observancia general y obligatoria (o al menos así deben serlo) sin exceptuar de su cumplimiento por tener posturas contrarias, al menos que estas logren cambiar el ordenamiento jurídico.
Sin embargo lo jurídico si debe ser independiente e incluso autónomo. El terreno jurídico tiene su propia hermenéutica; así en este terreno la discusión es si la protección de la vida debe ser para la mujer embarazada o para la prenatal del nasciturus (el concebido pero aun no nacido) y aquí queda inherente la discusión sobre si se restringen o no los derechos de uno sobre los de otro. Creo que es un tema jurídicamente valido y discutido tanto en la SCJN como entre juristas, sin embargo no es ni debe ser el tema a poner en la mesa pública ya que caemos en un entuerto jurídico por el cual se deja la posibilidad de meter una discusión de otro carácter como lo es la moral o la política.
Jurídicamente hay justificaciones tan validas como ciertas para proteger la vida del nasciturus como la de la mujer en las que encuentran refugio los argumentos morales y políticos para una u otra postura; sobresaliendo aquí dos posturas muy claras sobre un tema definido: aborto si o aborto no. Desprendiendo de estas posturas que el aborto legalizado tendría que definirse hasta qué punto es posible y en que formas podría realizarse así como la prohibición tendría que definir cuáles son sus excepciones y en consecuencia también su penalización; siendo esto tanto para quienes optan por una u otra postura el inicio de otras posibles definiciones y conflictos jurídicos que dilucidar en una misma aparente postura.
Por ello no es tan simple ni debe plantearse bipolarmente, ya que hay vertientes de opiniones que quedan en medio y habría que ver que posiblemente son las mas, estas se esbozan, a mi punto de vista acertadamente ya que podrían tener cabida en todos los terrenos, dilucidando el tema real del que hay que atender, el tema de la existencia de un gran número de abortos legal o ilegalmente, siendo ilegal para las más pobres (las mayorías) y legal para quienes pueden tener la posibilidad de viajar a otros estados donde esta práctica se ha legalizado o bien a otros países con los cuidados adecuados, siendo esto una realidad que sobrepasa lo jurídico ya que se salta el candado jurídico de restringir el aborto y sobresaliendo la verdadera postura del problema y la más lamentable: prohibir mejores condiciones a los que menos tienen y de llegarse al extremo jurídico de penalizarse su actuar que en el fondo es un problema mayor en una sociedad de desigualdades: criminalizar la pobreza.
La pobreza no se ataca pero si se ataca a los que menos tienen restringiéndoles sus derechos de por sí ya restringidos. La pobreza es el síntoma de una sociedad desigual que condena en todas las partes del mundo a la miseria, marginación amen de morir olvidados, masacrados, torturados y criminalizados; así el tema de ilegalizar y mantener así al aborto es una pincelada del sistema económico vigente.
Cuando un jerarca eclesiástico o un político o un adinerado se posiciona en contra del aborto habría que oír bien sus argumentos y entender bien sus pretensiones, habiendo que analizar la congruencia de sus argumentos con respecto a su actuar, ya que los más fieros defensores supuestamente de la vida son quienes condenan a morir a los pueblos enteros. Si calderón quisiese la vida no hubiesen tantos miles de muertos en su sexenio, no hubiesen habido niños quemados y muertos en el tema de la guardería ABC, si nuestros políticos quisiesen la vida crearían mejores condiciones de trabajo para las mayorías, si los jerarcas eclesiásticos quisiesen la vida hubiesen abierto sus puertas en la masacre del 68 cuando les dieron la espalda a los estudiantes asesinados, o bien la inquisición no tendría razón de haber existido. Los que proclaman por la vida y los valores fundamentales de la humanidad tuviesen congruencia ya hubiesen perdido la vida a causa de intolerantes que se dicen defenderla; así como el gobierno de Estados Unidos se dice el protector del mundo y es en realidad su mayor opresor
La justicia es el fin del todo jurídico, esta debe reinar en un estado de derecho, sin embargo en un estado en el que prevalecen las voces moralinas que en el fondo son las voces del odio, y en las que también prevalecen las de lo político que en el fondo son las voces del interés de poder por el poder mismo; este tema es dispersado de forma obnubilada y así transmitido hasta nuestros pensamientos; quienes creemos en la justicia como fin último no podemos admitir las voces que malean la opinión pública: abortando el intelecto de una sociedad que le han quitado la vida del pensamiento y la han condenado a su miseria y muerte.
El aborto no tendría como presupuesto real (aunque simulado) las condiciones de clase si viviésemos en una sociedad igualitaria, por tanto y en mi opinión no es posible mantener en nuestro país como figura ilegal y mucho menos penal al aborto; habida cuenta de los ejemplos en este sentido de otros países que ya lo han hecho hace décadas. Los jóvenes ya debemos despojar del vocabulario los sofismas de nuestros adultos madurando los ideales de justicia.
PEPE PONCHO
1 comentario:
excelente, muy cierto
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