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martes, 22 de noviembre de 2011

DE REVOLUCION Y DE REVOLUCIONARIOS


De Revolución  
Y
 Revolucionarios

Es inminente la caída de los regímenes políticos que se darán en nuestros tiempos, como se han dado ya y se seguirán dando a lo largo y ancho de nuestro mundo, pero ello trae consigo la semilla de la duda: ¿revolución es el simple derrocamiento de regímenes políticos?
La búsqueda por una sociedad más justa y equitativa en la que avancemos en la vida de la ‘civilización’, ‘la paz’ y ‘el orden’ resultan ser los señuelos que inmovilizan a las masas, con el eslogan: ‘calma’, tu pasado fue peor;  también existiendo otro, igualmente nocivo, que nos dice: ‘tú pasado fue mejor’, es ahí punto medular donde la sociedad se bate entre pensar y actuar, sentir y promover, creer y hacer; sin embargo los pisos del pensamiento no deben estar como primicias del comparativo histórico. Ni tan peor, ni tan mejor, afirmo yo, sobre nuestro pasado y nuestro presente.
Estamos y lo decimos siempre, a titulo demagógico, en una época ‘difícil’, sin embargo preguntémonos si no lo han estado ya antes otras sociedades e incluso cuando no; preguntémonos si el reto de hoy será el reto de mañana y si el de mañana contemplara nuestro concebido ‘mundo mejor’.
Quiero decir con todo lo anterior 2 cosas:
Primero.  Ni  tan cierto, ni  tan reflexivo es utilizar la medida del interpretativo del pasado para compadecernos o humillarnos en nuestro presente, porque no somos del todo esclavos de las condiciones, siendo que podemos crear las nuestras, propias condiciones a partir de las ya existentes.
Segundo. Cada generación debe reactivarse en sus demandas a manera de reflexión encoliguando sus objetivos, sus ideales y así definiendo sus métodos que posiblemente sean reflejo o el primer escalón de lo que augure lo cerca o lejos que estamos de nuestros cometidos.
Así para crear nuestras propias condiciones es necesario antes  conocer las condiciones preexistentes, de las mejores formas y maneras posibles, para así definirnos y definir la lucha por nuestros ideales: He ahí el quid del verdadero problema en que viven  las sociedades, se baten en ello. Porque para poder y suponer conocer las existentes no solo basta con dar una definición fácil ya que se cae en el peligroso abismo de la apatía o incluso del extremo en que se cree que el camino a recorrer por muy absurdo que parezca lo justificara el fin, con su categorico: ‘el fin justifica los medios’, dicen, aun cuando los medios crean el fin mismo ya que el fin está compuesto, escalón por escalón, de los métodos para alcanzarlo. Afirmar de forma fácil el categórico sería igual a expresar: ‘haiga sido como haiga sido’ (y no soy pejista).
Así de fácil y así de difícil es definirnos, definición accesoria de la revolución del revolucionario. Los cambios mediocres no los hacen los revolucionarios, los cambios revolucionarios, sí. Entendamos a la revolución como un cambio drástico, que es el producto de condiciones existentes que inevitablemente crean una salvaje circunstancia de cambio profundo, es decir de rompimiento obligatorio, no con todo el pasado, sino con algún síntoma de este.
Es así como entendemos que el cambio es producto de condiciones fácilmente definibles pero no predecibles del todo, y por ello no controlable. Inevitablemente el cambio es la constante de la vida y producto de este la revolución, sinequanon del presente y de lo que únicamente podemos estar seguros sin duda alguna que será también del futuro.
La revolución como cambio drástico o radical no puede darse si al cambiar algo todo lo demás permanece igual; el revolucionario no es el que se encuentra dentro de un cambio, ya que se puede estar presenciándolo pero no existir un pelo de movimiento en quien lo observa.
Así entendemos que inducido o no, el cambio existe, pero que la revolución es la obligatoriedad  de un cambio consecuente y por ello esta no se da como crías de conejo.
En la revolución todos los que se encuentran dentro de ella son revolucionarios, y como esta es un cambio integral todo somos revolucionarios, cuando existe claro está. Pero no confundamos el ser sujetos revolucionarios con ser parte de un movimiento que se diga revolucionario. Ser revolucionario es quizás la labor más espiritual que pueda existir, ya que es colectiva porque todos estamos dentro de ella.
El asunto es quien propicia la revolución y es ahí cuando llegamos a entender a los movimientos y a sus integrantes: agentes revolucionarios, activos sociales que pretenden el cambio drástico de la circunstancias entendiendo que deben crear las suyas propias, en ese camino muchos desisten de su empresa por desilusión o por el triunfo de quienes les perjudican los cambios drásticos, perpetrando la idea de estabilidad, de no cambios, de mediocridad. Por ello el reto es combatir la mediocridad que forma apatía. Tú lector, que ya has llegado al final de este artículo, con toda seguridad podre afirmar que puedes ser agente del cambio ya que hay muchos vacantes y en los promotores de la mediocridad les sobra personal.
El cambio drástico no se logra únicamente con las armas, es necesario que los integrantes de la sociedad puedan concebir su necesidad revolucionaria y así formar una conciencia colectiva que en sí misma es esa la revolución. Porque cuando suceda estaremos creando un cambio drástico, ya que éste es necesario cuando uno ha abierto los ojos a la miseria del mundo en que se vive y a los retos que siempre el habitante consciente los vera como punto de análisis y eslabón de retos e ideales.
La simulación de nuestras condiciones hacen mediocre o inmóvil (que es lo mismo) a una sociedad, pero el cinismo es fatal, porque es la perpetración de una verdad cruda aceptada como fase posterior a la de la simulacion, nuestro país, y, creo que el mundo entero estamos pasando a  la era del cinismo o, lo que es lo mismo, de la apatía que se perpetúa de formas más sutiles y permanentes, aunque recordemos que el cambio es natural y que la revolución y sus promotores posiblemente también lo sean.
En México el festejo de lo que llaman Revolución es el ejemplo claro del Cinismo al que estamos llegando.
O ¿es acaso egoísmo o capricho de unos cuantos, querer la revolución en muchos que quizás no sepan si en verdad la quieren? El estudiante y el joven podemos tener presta la respuesta.

Arrieros somos y en el camino andamos

Pepe Poncho

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